domingo, 31 de enero de 2010

la mujer amazigh

Toda la vida social bereber está estructurada en torno a un concepto fundamental para la comprensión de las relaciones entre sexos: el honor o nnif familiar.
La necesaria preservación de esta cualidad moral se erige como base de la cohesión familiar y social, instituyendo a los hombres del principio de autoridad para ejercer un férreo control sobre todos los miembros de la familia y, especialmente, sobre las mujeres, que se consideran como los pilares de la moral y la vida privada familiar.
El comportamiento de las mujeres del núcleo familiar revierte directamente en el prestigio social del patrilinaje. Consecuentemente, en el seno de este sistema social, "la mujer se verá abocada al papel de madre y esposa, responsable del honor del padre y la perpetuación de su nombre, considerándola un objeto prohibido para los demás".
La interiorización desde la infancia de conceptos tales como Ihya (pudor), Horma (respetabilidad), Qdâr (infundir respeto) o Hachuma (vergüenza) posibilita el aprendizaje del estricto código de conducta que les permitirá el desempeño de los roles que el patrilinaje le tiene destinados: ser una madre fecunda y una fiel esposa.
La filiación agnática de las sociedades bereberes determina el rígido control sobre la sexualidad de las mujeres; los hombres necesitan disponer de las facultades procreadoras de estas con el fin de asegurar la legitimidad y la continuidad del linaje. El único vehículo para garantizar la paternidad es el control de la fecundidad femenina y, hasta su culminación a través del matrimonio, las mujeres bereberes deben preservar la más importante de sus posesiones: la virginidad...
Institucionalizada como un valor cultural, religioso e ideológico, el mantenimiento de la virginidad de las mujeres del grupo hasta su matrimonio, se erige en el principal garante del honor familiar. "las niñas (y más tarde, las jóvenes) representan un peligro para el patrilinaje, en el que solo figuran a título provisional, pues destinadas a salir de la familia para integrarse en otra, serán embajadoras, representantes del linaje, que será juzgado a través suyo. Por eso el honor de la familia depende de las niñas, que constituye su punto débil.

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